Viaje a Cabo Norte - Día 3, 4 y 5






Día 3 - (11 de junio)

Ille de Noumourtier - Charleville Mézieres (Francia)

738 km - 11:20H



Después de un buen descanso en la más absoluta tranquilad del Hotel Le Château Du Pelavé, un hotel enclavado en mitad de un bosque en donde encontré una habitación doble para uso individual por apenas 36€, habiéndola reservado con mucha antelación eso si.

Antes de ponerme en marcha aquel día doy un pequeño paseo por los alrededores de aquel antiguo castillo del siglo XIX reconvertido en hotel hoy día.






Sobre las 8:45H me pongo en marcha para hacer una etapa larga, no tenía claro a donde llegaría aquel día, solo quería hacer la mayor cantidad de kilómetros posibles e intentar llegar todo lo más posible al norte de Francia, pero antes de despedirme de la Isla de Noirmoutier, doy una vuelta por la misma y aprovecho para hacer alguna foto más.


La Iglesia de Parish de Noirmoutier, dedicada a St. Philbert, quien en el año 674 fundó el monasterio en este mismo lugar.

Le Château du Noirmoutier.

Para salir de la isla, de nuevo quiero hacerlo atravesando el Pasaje de Gois, pero llegando al mismo voy leyendo por los paneles informativos que el paso esta cerrado, pero antes, paro a lavar la moto que no era nada bueno tenerla con todo ese barro de agua marina.

Aún sabiendo que el paso esta cerrado decido ir hasta allí para ver el pasaje cubierto por las aguas del Océano Atlántico Norte y para hacer estas fotos:





Placa que recuerda la primera visita del Tour de Francia a este lugar en el año 1993.








A lo lejos, el puente que comunica la isla con la península francesa. 









No queda otra que salir de la Isla de Noirmoutier por el puente y continuar viaje, ya iba un poco retrasado, pero me daba igual, no tenía ninguna prisa, por lo que decido perderme por carreteras secundarias francesas, ya tendría tiempo de viajar rápido por autopistas.


Sainte-Pazanne, por la carretera D758, en la región del Pays de la Loire.

Hasta Nantes voy por carreteras secundarias, una vez en Nantes voy por la autopista A11 hasta Angers, donde abandono la autopista y decido recorrer un poco el Valle del Loira y aprovechar para ver algunos de sus muchos y famosos castillos.




Puerta de entrada a la fortificación en la localidad de Durtal.



Castillo de Durtal.


Sigo dirección Le Mans recorriendo el Valle del Loira y de nuevo parando de vez en cuando para admirar la belleza de esta zona plagada de castillos.


Castillo en Bazouges.

Río Loira, al fondo, a su orilla, el Castillo de Bazouges.

Puente sobre el Río Loira.

Ciudad de La Fléche.

Castillo de La Fléche.

Sigo por la carretera D323 dirección Le Mans, la idea que tenía hoy era visitar su museo situado en la entrada principal del famoso circuito de velocidad. Aún habiendo estado otras varias veces allí nunca había coincidido ir con el tiempo suficiente para visitarlo, o bien por estar muy concurrido, por lo que al ser un jueves por la mañana no pensé que habría muchos visitantes y mi intención era visitarlo.

Muchos kilómetros antes de llegar a Le Mans me doy cuenta de que algo raro esta pasando, noto que algo fuera de lo normal pasa en la zona, mucho movimiento de personas y sobre todo de coches de muy muy alta gama, hasta ahí algo inusual pero, la sorpresa la llevo cuando llego a las cercanías del circuito y veo que en el circuito hay actividad, y no precisamente poca, las colas de entrada a los accesos del circuito son kilométricas y lo que veo no es normal para un jueves normal, pero que es lo que está pasando?. Al llegar a la puerta del circuito me doy cuenta de que ese fin de semana se disputa allí la que, probablemente, es la carrera de coches más famosa del mundo, las míticas 24H de Le Mans. Y yo pensando en encontrarme a pocos turistas para ver el museo, iluso de mi.....

Decido, llegado a la puerta principal, quedarme un rato contemplando el fenomenal ambiente que se respira. Esa misma tarde era la tarde donde se disputaba la pole position para la carrera, por lo que la afluencia de público estaba más que justificada, miles de personas entrando en el circuito. Por supuesto que me hubiese gustado entrar y ver la sesión de calificación, pero sin duda me hubiera retrasado mucho y sería muy dudoso que pudiera estar en Hamburgo el día siguiente como así lo tenía que hacer.

De nuevo, por supuesto que ni se me paso por la cabeza visitar el museo, había mucha gente, por lo que, de nuevo, me quedaba con las ganas, pero esta vez, no me importó demasiado ya que ver el ambiente de esta carrera fue excepcional.


Cartel de la carrera de este año 2015.

Entrada principal del circuito.

Si, el museo esta aquí al lado, pero hay mucho lío para entrar.

Desde allí y dado que ya era tarde y quería recorrer todavía unos cuantos cientos de kilómetros más, voy por la autopista dirección París. En París, para rodearlo me cuesta más de una hora debido a los continuos atascos que tengo que sufrir, mucho tráfico y con un calor un tanto excesivo. Ahí me doy cuenta de la educación vial de los franceses a la hora de conducir en un atasco, tienen una bonita costumbre, que ojala todos copiásemos, y es la de que, en los atascos los conductores de ambos carriles circulan con la mitad del vehículo por su arcén, como resultado de esto, la mitad central de la carretera queda libre y es usada por las motos para pasar sin problemas el atasco, y ninguno pita ni te pone mala cara, todo lo contrario, te facilitan las maniobras. Esta costumbre no lo hacen para favorecer el tráfico de las motos, no, lo hacen para favorecer el tráfico de los vehículos de urgencia que pudieran sufrir el atasco, todo un detalle que sería impensable en un país como el nuestro. Lo que nos tiene que hacer pensar de que todavía nos falta mucha educación vial que aprender.

Pasado el intenso tráfico parisino voy por la autopista A4 dirección Metz, dejo a la izquierda Eurodisney, a donde me gustaría volver, porque no?, y sigo sin más tiempo que perder rumbo al norte. En Reims me desvio y por la N51 me dirigo a la localidad de Charleville Mézieres, donde había querido llegar a dormir aquel día.

Circulando por esa carretera, pasada la localidad de Rethel, un cartel en la autopista anuncia una cosa que en un principio no le doy importancia, leo que voy a ver el "Woinic" el jabalí más grande del mundo. Pasado los kilómetros veo esto y me hace parar para verlo, esta al lado de una salida de la autopista y no pierdo la oportunidad de verlo de cerca.

Se trata de una escultura metálica de un jabalí, y sus medidas son de 8,5 metros de altura, 5 metros de ancho y unos 14 metros de largo, el peso total es de 50 toneladas y se tardó en construir 11 años.


Woinic.

Pasadas las 21:00H llego a la ciudad de Charleville Mézieres, no me cuesta mucho encontrar un hotel, como en todas las ciudades francesas a la entrada de las mismas hay muchos hoteles que son perfectos para alojarte una noche económicamente.

Al llegar al hotel el chico de la recepción me indica, sin preguntarle yo, que en el hotel no hay parking, a lo que le digo que es lo mismo, muy amablemente se preocupa y me indica que por favor deje la moto en el comedor del hotel, echo un vistazo y le insisto que no es necesario, como la voy a dejar a lado de las mesas donde van a desayunar al día siguiente todo el hotel?, que en el aparcamiento no iba pasar a nada, pero él insiste más que yo. A pesar que le digo muchas veces que la moto pesa mucho, que no voy a quitar las maletas y que es muy voluminosa, me abre las dos puertas traseras del comedor y me invita a probar, por lo que así lo hago, pero con la moto casi dentro, decido finalmente no meterla porque al ver el suelo tan impoluto de plaqueta que tenía el comedor y con el peso de la moto, sin duda hubiese sido una muy mala idea guardarla allí aquella noche, por lo que quedó en el aparcamiento al lado de la habitación.

Después de cenar, a descansar viendo por Eurosport en directo la pole position de las 24H de Le Mans, donde unas horas antes había estado. 

Y así se acabo aquel intenso día en el que pude ver muchas cosas, desde el Pasaje de Gois, el Valle del Loira con alguno de sus castillos, las 24H de Le Mans, París a lo lejos, Eurodisney, y el jabalí más grande del mundo. 

Un buen día, sin duda, ahora a descansar para la larga jornada de mañana. 




Día 4 - (12 de junio)

Charleville Mézieres (Francia) - Hamburgo (Alemania)

820 km - 12:30H


Después de desayunar en el que podía haber sido mi parking privado aquella pasada noche, salgo del hotel sobre las 9:00H, dirección la frontera con Bélgica por unas bonitas carreteras secundarias, por la carretera D1 y luego sigo hacia la frontera por la D989 atravesando bonitos y espesos bosques. Al haber llovido la carretera estaba un poco resbaladiza, pero extremando la precaución, la conducción es agradable por el prácticamente nulo tráfico. Voy recorriendo parte de la preciosa Ruta Rimbaud Verlaine, dirección al muy bonito pueblo belga de Dinant.










Antes de cruzar a Bélgica me encuentro con el Castillo de Hierges.

Château de Hierges, en la carretera D8051.

Desde este punto, desde el Castillo de Hierges sigo por esta carretera paralela al Río Meuse (Río Mose), dirección a la cercana frontera belga.




Me encuentro con un tanque aparcado a la orilla de la carretera.

Ya en territorio belga sigo la carretera N96 que transcurre paralela al Río Mosa, pero antes de llegar a Dinant, a unos pocos kilómetros paró porque veo a la orilla de la carretera un viejo cementerio, paro y visito este lugar y me veo que se trata de un cementerio de la Primera Guerra Mundial, de tumbas de la Guerra de Commonwealth.





Pocos kilómetros me separaban de la ciudad belga de Dinant, a la que llego rápidamente. Una preciosa ciudad que, durante los primeros meses de la Primera Guerra Mundial, fue escenario de fuertes combates entre el ejercito francés y el ejercito alemán.  

En esta bonita ciudad destacan dos cosas por encima del resto, una es la Colegiata de Notre Dame, sin duda una imagen de postal. Se trata de una iglesia que fue destruida a consecuencia del derrumbamiento de parte del acantilado en el año 1227 y reconstruida después. El campanario en forma de bulbo data del año 1566.

La otra construcción que también destaca en esta ciudad es la ciudadela, que se sitúa justo por encima de la Colegiata. Se accede a ella a través de subir 408 peldaños, o bien por un teleférico, que desde el centro de Dinant te evita subir todos esos peldaños.

Sin duda alguna, una ciudad que me encantó y dado a que no tenía tiempo no pude dedicarle más tiempo. Uno de esos lugares al que me gustaría volver y disfrutar más.


Colegiata de Notre Dame, justo encima de ella, vemos la ciudadela.

Los saxofones que adornaban el puente no son otra cosa que un homenaje al inventor de este instrumento musical, Adolphe Sax, que era natural de esta ciudad.

Ciudad bañada por el Río Meuse, o Río Mosa. Esta ciudad también se la conoce como "La Hija de Mosa".

Tras un pequeño descanso en Dinant, sigo recorriendo por carreteras secundarias belgas este país. No desperdicio la oportunidad de visitar otro de los templos míticos del motor europeo, el circuito belga de Spa Francorchamps.


Entrada al circuito de Spa Francorchamps.

Después de comer no quería perder mucho más tiempo, y cojo las gratuitas autopistas belgas donde sufro algún atasco atravesando la ciudad de Lieja. Tras pasar esta ciudad en muy poco rato paso, sin apenas darme cuenta, la frontera con Alemania. Era hora de olvidarme de los radares y avanzar rápidamente por las fabulosas "autobahn" alemanas.

Desde la frontera belga voy primero hacia la ciudad de Colonia por la A4, a ritmo muy rápido, el velocímetro apenas bajo de los 160 km/h, la moto a esa velocidad iba muy bien, eso si, el consumo se disparaba, pero, un día es un día, había que aprovecharlo.

De Colonia hacia Dormunt por la autobahn A1, algunas retenciones sufrí por obras, lo que me retraso un poco, pero en cuanto las obras y los límites de velocidad desaparecían la velocidad la incrementaba muy considerablemente.

Desde Dormunt ya no deje la autobahn A1 hasta Hamburgo, a un ritmo muy alto fui atravesando toda Alemania, eso si, a partir de los 190 km/h la moto debido al volumen y al peso se movía mucho, hasta el extremo de meter miedo, lo que me hacía bajar el ritmo y mantenerme todo el rato entre 160 y 170 km/h, pero aún así muchos vehículos me pasaban y apenas me daba tiempo a ver los modelos que eran.


Autobahn A4, al fondo la ciudad de Colonia.

Circulando a gran velocidad, iba pendiente de la circulación, cuando me fijé en este camión me llevé un susto muy grande pensando que realmente una niña iba asomada de verdad. Que susto.........

Y así, empezando a caer la tarde llego a la ciudad de Hamburgo, me voy al hotel donde tenía reservada una habitación, en el Ibis Hamburgo, son las 21:30H y al día siguiente tendría que recoger a Ana en el aeropuerto de esta ciudad del norte de Alemania.


Puente que cruza el Río Elba, río que desemboca en el Mar del Norte. Ahí esta el puerto de Hamburgo.




Día 5 - (13 de junio)

Hamburgo (Alemania) - Malmö (Suecia)

382 km - 10H


Tras descansar bien aquella noche, no tenía prisa en madrugar, Ana llegaba a las 15:00H en el vuelo de Iberia desde Madrid, por lo que aquella mañana de sábado tenía dos opciones, una era madrugar y hacer una visita aquella mañana a la ciudad de Hamburgo, o descansar y hacer tiempo hasta la hora de ir al aeropuerto a buscar a Ana. La primera opción la descarto porque no me apetecía hacer una rápida visita a una ciudad con la moto tan cargada, por lo que me tomo la mañana con mucha calma, desayuno tranquilamente y hasta pasado el medio día no dejo el hotel. 

A media mañana me voy a visitar una tienda de motos, una de las tiendas de Louis donde paso un muy buen rato viendo los productos y haciendo un poco de tiempo, incluso almuerzo algo en la misma tienda. Desde allí busco una tienda de electrónica para comprar algunas tarjetas de memoria más que seguro me harán falta en todo el viaje que queda por delante.


Tienda Louis en Hamburgo.

Con puntualidad estoy sobre las 14:50H aparcado en la puerta del aeropuerto de Hamburgo y con puntualidad Ana a las 15:10H sale por la puerta. Tras el reencuentro se pone el traje de la moto que se lo llevaba yo en una maleta y nos ponemos en marcha pasadas las 15:30H


Esperando a Ana en la puerta del aeropuerto de Hamburgo.

Desde el aeropuerto seguimos hacia el norte por la autobahn A1 hasta su final, la lluvia empieza a aparecer y al poco de salir del aeropuerto paramos a comer algo, unas salchichas típicas alemanas son perfectas para reponer fuerzas. El siguiente destino es Puttgarden, en donde hay que coger un barco que une permanentemente Alemania y Dinamarca. 

Al llegar a este punto hay unas colas muy grandes para embarcar en dicho barco, no llevábamos el billete reservado, pero es lo mismo, llegas a unas cabinas de peaje y pagas para el próximo barco que llegue. Eso si, la gente estaba muy impaciente y cansada de esperar. Decir que si llevas el billete reservado y pagado no tienes que aguantar esas colas, pero yo no lo tenía reservado, más que nada, por un posible retraso en el vuelo de Ana o cualquier otro contratiempo.

Un barco muy grande y en el que, habitualmente también entra el tren que une Alemania con Dinamarca, si habéis leído bien, en el interior de este barco también hay sitio para un tren de personas. Con nosotros no coincidió pero si que hay vídeos en youtube donde se ve en el interior de este barco el tren. Yo miré a ver si en otra bodega estaba, pero no, solo estaban los raíles en el suelo y ocupado por camiones.

Nosotros llegamos al peaje de la entrada al barco sobre las 17:30H y el próximo barco sale a las 18:15H, que es en el que iríamos y nos dejaría en Dinamarca en unos 45 minutos.


Entrada a la terminal del barco que une Alemania con Dinamarca en Puttgarden.

En la cabina de peaje nos mandan esperar en la línea 1, en cuanto bajen los vehículos que han llegado de Dinamarca empezarán a embarcar los que vayan hacía allí. Los últimos serán las motos.

Solo dos motos, nosotros y este otro motero holandés que también viajaba en su BMW por primera vez a Cabo Norte.

La bodega del barco llena de coches.


Y al bajar del barco, ya estábamos en otro país nuevo, en Dinamarca. La tarde había quedado lluviosa y en ocasiones era lluvia intensa que no nos abandonaría hasta llegar por la noche al hotel de Malmö.

Dinamarca.

Parada a descansar en esta pequeña isla y admirar uno de los puentes daneses, para continuar hay que atravesar otro puente.

Camino de Copenhague por la autopista gratuita E20, tarde lluviosa.

Una vez en Copenhague continuo hacia la ciudad sueca de Malmö. A pesar de que al día siguiente tendría que volver de nuevo a Copenhague la idea de pasar la noche en Malmö era por varias razones, una de ellas era porque cuando busqué hoteles para aquella noche en Copenhague todos eran carísimos y me salía mejor cruzar el túnel/puente de Oresund y pasar la noche en Malmö; y la otra razón es porque también quería circular y ver de cerca la impresionante obra de ingeniería que es el puente Oresund, aunque aquel día, se junto que estaba anocheciendo y que estaba lloviendo, por lo que apenas pudimos disfrutar de esta espectacular obra.


Puente de Oresund, que comunica Dinamarca con Suecia.

Puente de Oresund, justo a la salida del túnel que discurre por debajo del mar. Aquí estamos en una pequeña isla artificial.

La frontera territorial con Suecia esta en el mismo puente.

Y así, sobre las 22:00H llegamos al Hotel Mercure de Malmö. Aquí no entendí, ni entiendo a día de hoy, una cosa que nos pasó, veréis, al llegar al hotel tengo que esperar en el mostrador a que la recepcionista acabe de hablar por teléfono, hasta ahí bien, no hay problema, si hay que esperar se espera pacientemente. La recepcionista, es de origen sudamericano, porque está hablando por teléfono en español con acento sudamericano. Bueno, pienso mientras pacientemente espero, no habrá problemas para entendernos. Cuando cuelga se dirige a mi en inglés y yo le contento en español: buenas noches, tengo una habitación reservada. Pero cual es mi sorpresa que ella me respondió en inglés, incluso me pidió mi documentación y vio que era español, que hablaba en español, pero nada, ni por esas, solo y exclusivamente se dirigía a mi en inglés. Una cosa curiosa y por supuesto, a día de hoy, todavía no lo entiendo. Ya estábamos cansados y mojados, y lo que queríamos era darnos una ducha caliente y descansar que mañana de nuevo, vuelta a cruzar el puente dirección Copenhague, esperemos que con mejor día a como lo estábamos despidiendo, con lluvia y frío.

Tras la ducha y la cena, bajo a la moto a comprobar que todas las bolsas están cerradas correctamente ya que la noche iba a quedar lloviendo y para ver si dejo la moto en el mismo lugar o la muevo. Era tarde ya, casi media noche cuando llegó una vieja BMW R60, me preguntó a ver si iba a dejar allí la moto a lo que le contesté que si, me dijo que él entonces también, era un motero italiano, de Milán, que había llegado ahora e iba a ver si había alguna habitación libre. Por supuesto, la pregunta mutua era obligada, ambos, casi al unísono, dijimos, Cabo Norte?, la contestación fue la misma, si claro. Él me dijo que era el viaje que había que hacer una vez en la vida y que iba a intentar llegar. Curioso, pienso para mi, "es el viaje que hay que hacer una vez en la vida", esa misma frase nos la había dicho esta misma tarde el motero holandés con el que coincidimos en el barco de Alemania a Dinamarca. Así, nos despedimos deseándonos suerte y feliz ruta hacia el norte, quien sabe si nos volveremos a ver por el camino.









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